Desde pequeño, la tierra y el mar marcaron mi vida. Mi papá fue piloto por más de 40 años, y cuando no estaba en el aire, encontraba su paz en Guanacaste: pescando, buceando o cuidando su ganado. Crecí entre el olor a pasto, los veranos jugando de sabanero y la tradición agrícola que me inspiró a estudiar agronomía.

Con mucho esfuerzo, trabajando durante años en distintas empresas y ahorrando peso a peso, logré comprar mi propio pedacito de tierra. Fue un sueño hecho realidad: tener un lugar que me conectara con mis raíces, con la naturaleza y con la verdadera esencia de Guanacasteca.

Hoy, ese sueño se transformó en ECOA, un proyecto nacido de la convicción de que la tierra y la belleza de Guanacaste no deben ser privilegio de unos pocos.

Creo que todos merecen la oportunidad de tener un espacio en la naturaleza: un lugar para construir su casa, sembrar si lo desean, dejar que sus hijos corran libres, disfrutar con sus mascotas y, sobre todo, vivir en paz y armonía con el entorno.

Este no es un proyecto de lujo inalcanzable, es un sueño posible, pensado para personas que valoran la tierra y que sueñan con un futuro sostenible. Porque como decía mi tata: ‘Compre tierra… porque esa ya no la hacen”